Tú cuerpo

el

Hace unos años, un maestro nos enseñó un ejercicio de meditación guiada, el cual nos llevaría al proceso que debíamos trabajar en ese momento.

Al principio del ejercicio iba yo por un túnel de luz y, de pronto, estaba en mi funeral. ¿Qué… cómo?, me pregunté. Luego se abrió la tierra y vi una luz brillante al final, eran seres que me estaban esperando. Empecé a descender cada vez más hasta que una voz me dijo:

—Despídete de lo que más amas.
Y me fui despidiendo de mi familia, amigos, perros, gatos, pareja, etc., diciéndoles que era mi momento de partir.

—¿Ya te despediste de todo lo que es importante para ti? —preguntó la voz y contesté que sí, pero determinó:

—Bien, es tiempo de despedirte de lo más importante en tu vida.

En ese momento mi cuerpo se separó de mi alma y desde el aire vi que dormía; entonces escuché:

—Despídete de tu cuerpo.

Al escuchar eso, mi corazón se apachurró, me vi indefenso, ingenuo, noble. Me abracé, toqué mis ojos, acaricié mi pelo y empecé a llorar como nunca lo había hecho.

Me habían enseñado que mi cuerpo era solo un instrumento, pero créeme, no es así, es el motor que te acompaña siempre, que ama contigo, llora contigo, ríe contigo… y cuánto daño le hacemos sin darnos cuenta.

—No me si ento preparado —exclamé—, quiero valorar mi cuerpo, amarlo y respetarlo, abrazarlo mientras lo tenga y, sobre todo, cuidarlo.

Moraleja: ¡Ama tu cuerpo!

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