No eres una pieza de sobra: sin ti la creación no funciona igual

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Toda maquinaria, desde la más simple hasta la más compleja, existe por una razón. Cada engrane, cada tornillo y cada ajuste cumple una función específica. Cuando una pieza falla, no se colapsa solo esa parte: todo el sistema se resiente. Con el tiempo, la maquinaria requiere mejoras, mantenimiento, reajustes… pero jamás deja de necesitar cada uno de sus componentes. Este principio, tan claro en la ingeniería y la ciencia, aplica de forma directa a la vida humana y al sentido profundo de nuestra existencia.

La creación —llámala naturaleza, universo, vida o realidad— funciona como una maquinaria viva y dinámica. No está terminada, está en proceso. Evoluciona, se corrige, aprende. Y en ese proceso, cada persona es una pieza indispensable. No por lo que posee, ni por lo que aparenta, sino por lo que aporta con sus acciones, decisiones y conciencia. Pensar que uno “no importa” es tan absurdo como quitar un engrane y esperar que la máquina siga funcionando igual.

Desde la psicología, se sabe que el ser humano necesita sentir propósito para mantenerse sano emocionalmente. Desde la filosofía, se ha repetido durante siglos que el sentido de vida no se encuentra aislándose del mundo, sino participando activamente en él. Y desde las tradiciones espirituales, se enseña que cada acción —por pequeña que parezca— tiene un impacto real en el equilibrio general. No existen actos neutros: o contribuyen al orden o alimentan el caos.

Claro, como toda maquinaria viva, también nosotros necesitamos ajustes. Cambiar hábitos, corregir errores, aprender cosas nuevas, soltar lo que ya no funciona. Eso no nos hace defectuosos; nos hace evolutivos. La mejora no implica rechazo de lo que somos, sino refinamiento de nuestra función. Una pieza no se reemplaza porque sea inútil, sino porque puede cumplir mejor su propósito con un nuevo diseño.

Aquí viene una verdad incómoda pero liberadora: tu vida no es accidental. Tus talentos, tus experiencias, incluso tus tropiezos, tienen un lugar en el engranaje general. Cuando actúas con conciencia, cuando eliges aportar en vez de retraerte, cuando haces lo correcto aunque nadie esté mirando, la maquinaria de la creación se ajusta un poco más hacia el equilibrio. Eso importa. Mucho más de lo que solemos creer.

En un mundo que constantemente distrae, minimiza y acelera, es fácil olvidar esto. Pero el momento histórico que vivimos exige responsabilidad interior. No mañana, no cuando “todo esté mejor”, sino ahora. La maquinaria sigue en marcha y tu pieza está activa. La pregunta no es si eres necesario; la pregunta es si estás dispuesto a funcionar con intención.

Piénsalo bien: cuando tú te alineas con tu propósito, algo en el mundo encaja mejor. Y eso no lo puede hacer nadie más por ti.

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