La nada nunca existió: el todo siempre estuvo aquí

Written by:

Imagina que alguien te regala un cuarto completamente blanco, tan vacío que ni siquiera contiene aire. Podrías pensar: “esto es la nada”. Pero en realidad, lo que tienes frente a ti ya es algo: espacio, posibilidad, potencial. La idea de una nada absoluta es como querer guardar un puñado de humo entre los dedos: se nos escurre, porque en cuanto tratamos de describirla o imaginarla, ya la hemos llenado con algo, aunque sea con el pensamiento.

Ahora, seamos claros: si la nada fuera real, no habría manera de que apareciera algo dentro de ella. No importa si pensamos en grande, como un elefante, o en pequeño, como una oruga. La nada no tiene ingredientes, no tiene motor, no tiene chispa que detone un cambio. Y si decimos que “algo surge de la nada”, entonces ya no estamos hablando de nada, sino de otra cosa, de un proceso, de una causa.

Piensa en el ejemplo del pastel en el horno: no es el tiempo lo que lo cocina, sino el calor. Si dejamos la mezcla en la mesa durante media hora, el tiempo por sí solo no hace magia. Del mismo modo, la nada no tiene con qué producir. Para que algo exista, necesita un motivo, un detonador, una razón de ser.

Y aquí viene lo profundo: si la nada nunca existió, entonces lo que sí existe —el algo— es eterno. El todo siempre ha estado aquí, en diferentes formas, transformándose, recreándose. Eso significa que tu vida no es un accidente, ni un error en medio del vacío. Tú existes porque hay un motivo. Tus experiencias, tus retos, tus alegrías, tu propia respiración… todo responde a un hilo invisible de sentido.

La conclusión es poderosa: no hay nada sin razón. El todo se expresa en ti y a través de ti. Y la urgencia de recordarlo hoy es clara: mientras sigamos buscando la nada, perdemos tiempo valioso de conectar con el todo que nos rodea. La vida, la tuya, la mía y la de cada instante, está aquí para ser vivida con propósito.

Tú eres parte de ese eterno algo. Y eso significa que tu existencia importa más de lo que imaginas.

Deja un comentario