Merecemos cosas fáciles

Written by:

¿Alguna vez te has sentido culpable por recibir algo bueno sin haberlo “sufrido”? Te entiendo. A muchos nos enseñaron que lo valioso solo llega con sacrificio, que si algo es fácil no puede ser verdadero. Pero hoy quiero regalarte una idea que puede liberarte: merecer no siempre significa luchar; a veces, solo significa aceptar lo que ya tienes.

La creencia de que “si no me costó, no vale” se ha convertido en un obstáculo silencioso que nos sabotea. Esa mentalidad nos hace desconfiar del amor cuando llega sin dramas, dudar de la salud cuando la tenemos estable, o incluso sentirnos vacíos cuando la vida fluye bien. Mi postura es clara: sí merecemos lo fácil, lo ligero y lo que llega con gracia.

Un ejemplo muy común está en las relaciones: ¿sabías que uno de los principales motivos de ruptura es que alguien no se siente digno de tanto amor? Piensa en esa persona que dice: “Esto es demasiado bueno, seguro algo anda mal”. Entonces huye de lo que podría haber sido una relación sana, solo porque cree que el amor debe doler.

En el trabajo pasa lo mismo: conocemos historias de gente que logra estabilidad económica, pero vive ansiosa, buscando nuevos retos que “sí les cuesten”. Y en la salud también: personas que estando bien, no disfrutan porque esperan que en cualquier momento llegue la desgracia. La prueba social es clara: este patrón es universal, lo vemos en todos lados.

Yo también he estado ahí, desconfiando de lo fácil, creyendo que la vida se mide en batallas ganadas. Pero dime, ¿no es cansado vivir siempre como si estuvieras en guerra? Merecer no es cargar con espadas, es también permitirte abrazar la suavidad de un abrazo, la risa sin motivo, el regalo inesperado. Y créeme, tú y yo merecemos todo eso.

La psicología nos lo confirma: la autoexigencia excesiva está ligada a trastornos de ansiedad y depresión. La medicina tradicional china enseña que cuando vivimos en tensión constante, el cuerpo se agota y bloquea el flujo del qi (energía vital). Y la Kabbalah nos recuerda que la Luz no llega porque la peleamos, sino porque aprendemos a recibirla. En diferentes lenguajes, todos dicen lo mismo: lo fácil también nutre.

Hoy, en un mundo donde todo parece pedir “más productividad, más esfuerzo, más competencia”, detenerte y disfrutar lo sencillo es casi un acto revolucionario. No lo dejes para mañana: mira a tu alrededor, seguro ya hay algo bueno que estás ignorando porque crees que no te lo ganaste. No cometas el error de despreciar la abundancia que ya habita en ti.

Así que suéltalo: no todo tiene que doler para valer. Mereces las cosas fáciles, las suaves, las que llegan sin lucha. No te sientas culpable, celébralo. Porque la vida no solo se trata de sobrevivir al esfuerzo, sino de aprender a disfrutar la gracia de lo que llega con amor.

Deja un comentario