Ayer era mejor… ¿o solo así lo recuerdas?

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Dicen que recordar es volver a vivir, pero también es volver a editar. Cuando miramos hacia atrás, nuestra memoria es como un fotógrafo muy selectivo: recorta lo feo, ilumina lo bonito y deja fuera todo lo incómodo. Y eso está bien… hasta que empezamos a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor.

¿Te ha pasado? “Antes era más joven, más libre, las ciudades estaban limpias, los niños jugaban en la calle, reía más, los presidentes eran mejores…” Y claro, de niño la vida parecía perfecta: cero preocupaciones, solo la escuela y jugar. Pero, si eres honesto, ¿no llorabas también por un examen difícil? ¿No sufrías por encajar con tus amigos? ¿No soñabas con crecer para tener libertad?

El pasado no era mejor, solo era diferente. Y tu presente tiene tanto valor —o más— que esos días que añoras.

Mira a tu alrededor: hace unos años querías la independencia que hoy tienes. Sufrías por encontrar pareja… y ahora estás construyendo una vida con alguien. Deseabas hijos… y ahora te dan abrazos que valen más que cualquier noche de fiesta. Incluso aquello que hoy te molesta —políticos, agua, estrés— ha estado presente en todas las épocas; la diferencia es que antes no le dabas el mismo peso o no lo veías igual.

Ejemplos de la vida real:

Antes llorabas por no tener trabajo… hoy quizá lloras por el exceso de trabajo. Antes soñabas con viajar… hoy sueñas con tener tiempo para descansar. Antes te sentías pequeño frente al mundo… hoy el mundo te parece pequeño para tus planes.

Eso es prueba social de que el presente, aunque imperfecto, es el terreno donde crecen las semillas de tus recuerdos más bonitos del mañana.

Empatía y autoridad: yo también he caído en el “ayer era mejor”, hasta que entendí que este instante —sí, con todo lo que tiene— es igual de valioso que cualquiera del pasado. La diferencia es que hoy tienes más experiencia, más herramientas y más claridad para decidir.

El llamado es urgente: no esperes a que este momento sea solo un recuerdo filtrado. Vívelo como si ya supieras que en unos años lo vas a extrañar. Ama tu presente con la misma intensidad con la que abrazas una foto vieja. Y dale todo lo que puedas darle, porque cada minuto que dejas pasar sin valorarlo… es un pedazo del “ayer” que se te escapa.

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