¿Y si la iluminación no fuera algo lejano y místico, sino algo que puedes encender como la luz de tu cocina?

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A ver, vamos a echar chisme de los buenos. ¿Alguna vez has tenido uno de esos momentos donde todo hace clic? Así como cuando encuentras el otro calcetín después de días de búsqueda o como cuando por fin entiendes un meme de física cuántica y dices: “¡Ahhh, con razón todos se reían!”. Bueno, eso, pero a nivel del alma… eso es un destello de iluminación.

Pero ojo, no estoy hablando de convertirte en monje tibetano ni de levitar mientras repites mantras en sánscrito. No, chatito. Estoy hablando de esas chispitas de conciencia que llegan cuando decides mirar pa’ dentro y no solo pa’ fuera. La iluminación no es una medalla que te ganas después de años de abstinencia y ayuno; es más como una lamparita que ya traes de fábrica, solo que a veces se empolva y se le va el foco.

Iluminación versión “humano normal con chamba y cuentas por pagar”

Mira, todos nacimos con luz. Así, tal cual. No importa si naciste en Tepoztlán o en Tepito, dentro de ti hay algo que brilla. El problema es que se nos olvida. Nos atarantamos con el estrés, las prisas, los dramas ajenos, los tacos de birria a las 3 am (que por cierto, también iluminan, pero otra clase de iluminación más… intestinal, digamos).

Y la cosa es que creemos que iluminarse es dejar el mundo, irse al Himalaya o vivir en posición de flor de loto. ¡Nel! Iluminarte es vivir más despierto. Es prender el switch interno mientras lavas los trastes, mientras escuchas a tu pareja sin interrumpir, o mientras decides respirar antes de contestarle feo a alguien.

¿Qué tiene que ver la Medicina China y la Kabbalah en esto?

Aquí viene lo sabrosón. La Medicina Tradicional China (MTC) dice que la conciencia vive en el corazón. A ese centro energético le llaman Shen, y cuando el Shen está sereno, claro y estable, puedes ver la vida con ojos más despiertos. Pero si lo sobrecargas con pensamientos obsesivos, emociones sin procesar o exceso de TikTok… pues se nubla, se agita, se apaga.

La Kabbalah también tiene su propio flow. Nos dice que la Luz —así, con mayúscula— ya habita en nosotros. Que no hay que ir a buscarla al monte Sinaí ni al fondo de la botella de mezcal artesanal. Solo hay que quitar los velos, limpiar las ventanas del alma y pum… aparece. “Somos una vasija diseñada para recibir Luz”, dicen los sabios. Pero esa vasija no puede llenarse si está tapada con la tapa de la negación, el juicio o la flojera existencial.

Entonces… ¿cómo fregados me ilumino?

No hay receta mágica, pero sí hay trucos del alma. Cosas pequeñas que puedes empezar ya:

Medita aunque sea cinco minutos. No para ser un gurú, sino para escuchar lo que traes dentro. Respira profundo antes de actuar como si fueras Hulk. Haz una pausa en tu día para sentir tu cuerpo. ¿Dónde duele? ¿Dónde se siente rico? Sé honesto contigo mismo. ¿Eso que haces te acerca a la vida que quieres o te aleja? Ríete. El humor también es luz.

Y lo más importante: hazte consciente. De lo que piensas, de lo que sientes, de cómo reaccionas. La iluminación empieza cuando prendes la lamparita del “me doy cuenta”.

La magia está en lo simple

Osho decía que cuando todo tu ser está iluminado, lo mundano se vuelve sagrado. Y sí. Lavar la ropa puede ser un acto espiritual. Comer con atención puede ser un ritual. Decir “gracias” desde el alma puede abrirte una puerta que ningún gurú te había mostrado.

Iluminarte no es dejar de ser humano. Es ser más humano, pero con conciencia. Es traer el cielo a la tierra mientras sigues pagando la luz y el internet.

No esperes un rayo cósmico, ni una señal en los cielos. La iluminación no es algo que llega cuando estás listo, sino cuando decides encenderla dentro de ti. Así, con todo y tus errores, tus memes favoritos y tu amor por los tamales.

Porque ser luz no es dejar de vivir…

Es vivir encendido.

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Y recuerda: No te apagues, mejor prende a los demás. 🔥 #IluminaDesdeAdentro #LucesHayMuchasPeroComoTúNinguna #TaiChiParaElAlma #KabbalahCotidiana #PrendeTuLuz

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