¿De qué estamos hechos realmente? (No, no es de carne, huesos ni chismes…)

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¿Alguna vez te has preguntado quién eres de verdad? O sea, quitando lo que haces, tu trabajo, tus gustos musicales raros, o tu amor por los tacos de suadero… ¿Qué hay en el fondo, fondo de ti? ¿Por qué reaccionas como reaccionas? ¿Qué parte de ti puede cambiar, y cuál ya viene en tu paquete desde el nacimiento?

Mira, esta plática va justo de eso. Vamos a desmenuzar qué onda con el temperamento, el carácter, la personalidad y la esencia. Cuatro palabritas que usamos como si fueran lo mismo, pero que en realidad ¡son mundos diferentes! Prepárate, porque esto va a estar sabroso como una buena sopa de sabiduría con un toque de humor.

🎭 1. El temperamento: lo que te sale “de botepronto”

El temperamento es como tu primer grito cuando te asustan. Es la primera reacción, ese impulso emocional que no lo piensas, simplemente… ¡boom! ¡Ahí está! Y lo loco es que no cambia. Así naciste. Punto.

Imagínate esto: un vaso con agua por la mitad. Uno dice “¡Está casi lleno!”, otro “¡Ya casi se acaba!”, otro “pues… está medio lleno”. Esa forma de ver la vida y reaccionar emocionalmente al mismo hecho… eso es temperamento.

Según la medicina tradicional china, podríamos decir que tu temperamento está muy ligado a la forma en que fluye el shen (espíritu) dentro de tu sistema nervioso. Algunas personas tienen un fuego que prende con una chispa, y otras son como agua tibia, tardan en hervir. No está mal ni bien, simplemente es la forma en que tu energía reacciona al mundo.

🔒 Spoiler: no se cambia. Puedes trabajarlo, reconocerlo, manejarlo… pero no cambiarlo. Es como la base del pastel.

🧱 2. El carácter: lo que vas construyendo con la vida

Ahora va lo chido: el carácter sí cambia. Es como una escultura que tú vas tallando con cada elección, con cada error, con cada experiencia. ¿Antes eras un flojazo? ¿Y ahora te levantas a las 6 a.m. a correr y hacer Tai Chi como todo un sensei disciplinado? Eso, mi chavo, es evolución de carácter.

En la Kabbalah se diría que el carácter es parte del tikkún, ese proceso donde tu alma viene a pulirse como diamante en crudo. Cada día eliges actuar con compasión o con egoísmo, con flojera o con determinación. Esas elecciones constantes son como los músculos del alma: se fortalecen con práctica.

Así que sí, puedes transformar tu carácter. Y eso es una gran noticia, porque significa que tu historia no está escrita en piedra. Se puede editar, mejorar, redirigir. ¡Venga, editor espiritual en acción!

😎 3. La personalidad: ese combo único que te hace tú

La personalidad es como el sabor de tu guisado. Tiene de todo: un poco de temperamento, una pizca de carácter, tus gustos, tus valores, tus maneras de hablar, de vestir, de reaccionar… y todo eso junto, en una mezcla que no se repite ni aunque te clonen.

Algunos dicen que no cambia, otros dicen que sí. Yo diría que se transforma, pero no se reemplaza. Como cambiar de peinado o de religión: puedes verte diferente, pensar distinto, pero en el fondo sigues teniendo un estilo propio. A veces más maduro, más calmado o más aventurero… pero tú al fin y al cabo.

Desde el taoísmo se diría que la personalidad es como el flujo del Qi que se ha ido moldeando a través del tiempo y la experiencia. No es fijo, pero sí coherente. Como un río que a veces se desborda, pero sigue siendo el mismo río.

🌟 4. La esencia: lo que no se puede tocar, pero se siente

Y aquí llegamos al mero corazón de la cosa: tu esencia. Esa parte misteriosa, profunda, única e irrepetible que brilla aunque te tapes. Tu esencia está arraigada en tu alma, está en tus genes espirituales. Es eso que te hace tú aunque no digas una palabra.

¿Siempre fuiste soñador desde chiquito? ¿Te encantaba observar las estrellas, escribir historias o cuidar plantas? Eso es parte de tu esencia. Puedes pasar por momentos duros, volverte más realista o desconfiado, pero… ese soñador sigue vivo ahí adentro, esperando que lo despiertes.

La esencia, como se dice en la Kabbalah, es el punto divino que está en cada alma. No cambia. Es lo que trajiste al mundo para entregar. Es tu chispa, tu he’elek Elohá mimá’al, esa partecita de lo divino que se viste con tu cuerpo y camina con tus pasos.

🧘‍♂️ ¿Y para qué me sirve saber todo esto?

Porque saber de qué estás hecho te da poder. Si entiendes qué puedes cambiar y qué no, te ahorras frustraciones. Dejas de querer “no ser así” y mejor aprendes a trabajar con lo que sí puedes transformar.

✨ ¿Tienes mal genio? Ok, no puedes cambiar el temperamento, pero sí puedes elegir cómo responder (¡carácter al rescate!).

✨ ¿Sientes que eres inseguro? Tal vez es parte de tu personalidad, pero puedes pulirla con amor propio, nuevas experiencias y un poquito de terapia o meditación.

✨ ¿Te sientes apagado? Tal vez solo olvidaste quién eres… Tu esencia sigue ahí, viva, esperando que la reconozcas.

Tu alma vino con una semilla especial. En esa semilla está tu esencia. A lo largo de la vida, esa semilla crece, saca ramas (personalidad), algunas se tuercen o florecen (carácter), y el clima emocional que vive la planta es tu temperamento.

Así que conócete. Ámate. Y sobre todo, respétate tal como eres. Hay cosas en ti que fueron un regalo, y otras que son tu responsabilidad trabajar. Pero todo eso eres tú, y todo eso puede florecer.

💬 “No estás aquí para ser otro más. Estás aquí para ser tú, al cien, con todo lo que eso significa.”

¿Y tú? ¿Ya sabes qué parte de ti es esencia… y cuál solo necesita un poco de amor y dirección?

Te leo.

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