¿Alguna vez te has detenido a pensar que la realidad que vives no es tan real como crees?
No, no estoy hablando de magia de circo, ni de teorías locas…
Estoy hablando de algo que la Kabbalah y la Psicología Social gritan desde sus entrañas:
La realidad es una construcción. Y tú eres uno de los arquitectos.
¿Te atreves a romper las paredes de tu prisión mental? ¿O prefieres seguir decorando tu jaulita con frases motivacionales?
Bienvenido al escenario de la vida: tú actúas, tú creas, tú te encadenas
En el texto que nos comparte el profe “Tomás”, que más parece director de una obra de teatro experimental que catedrático clásico, se pone sobre la mesa una verdad incómoda:
Lo que llamamos “realidad” está llena de filtros, ideas prestadas y condicionamientos que repetimos como loros.
Desde obedecer ciegamente a una autoridad hasta aceptar un diagnóstico sin cuestionarlo, somos criaturas moldeadas por las expectativas ajenas.
Y ahí es donde la Kabbalah te agarra por el cuello de la camisa y te dice:
¡Despierta, alma luminosa! Tú no viniste a obedecer, viniste a crear.
La Matrix existe, pero no es digital… es mental y emocional
En Kabbalah hablamos del Mundo de la Mentira (Olam haSheker).
Un lugar donde las cosas parecen verdaderas, pero son solo velos. Donde tu rol social, tu etiqueta, tu máscara… reemplazan a tu alma.
Y aquí está lo más loco: ¡tú participas activamente en esa mentira!
Cuando aceptas que eres “el tímido del grupo”, “el que no puede”, “el ansioso”, “el fracasado”, “el rechazado”, estás haciendo justo lo que el sistema espera:
Que te acomodes en un papel y lo actúes con excelencia.
Pero…
¿Qué pasa si te atreves a romper ese personaje?
La Kabbalah te diría que estás comenzando a quitarte las capas de la Klipá (la cáscara), para liberar la Neshama (el alma).
Lo que crees que eres, lo estás creando
¿Has escuchado del efecto Pigmalión?
En el texto, se muestra cómo si alguien cree que eres brillante, tú te comportas como tal.
¿Sabes qué dice la Kabbalah sobre eso?
Que tu conciencia es la semilla de tu realidad. Lo que siembras en tu mente, florece en tu mundo.
Si crees que eres luz, atraerás luz.
Si crees que eres sombra, vivirás en la oscuridad.
Así de poderoso es tu pensamiento, tu intención, tu palabra.
“Y Dios dijo: sea la luz… y fue la luz”.
Tú también eres un creador.
Lo que dices y crees… ¡se manifiesta!
Pero entonces… ¿la realidad no existe?
¡Claro que sí existe!
Pero no como algo único, absoluto o estático.
Existe como una experiencia compartida, moldeada por nuestras interpretaciones.
La Kabbalah dice que hay cuatro mundos, cuatro niveles de la realidad:
Asiyá (acción) – el mundo físico, lo que percibimos. Yetzirá (formación) – emociones, imágenes internas. Beriá (creación) – ideas, estructuras mentales. Atzilut (emanación) – la fuente espiritual, la Luz pura.
Y tú, querido lector, te mueves constantemente entre esos mundos.
Lo que ves con los ojos no es lo mismo que lo que sientes en el corazón ni lo que tu alma sabe en lo profundo.
¿Qué tiene que ver todo esto con una clase de psicología social?
Todo. Absolutamente todo.
Porque así como ese profesor se metió en el papel del loco para sacudir a sus alumnos,
la vida también te pone escenarios para que despiertes.
¿Cuántas veces te has creído que no vales? ¿Cuántas veces te has definido por lo que otros dijeron de ti?
La Kabbalah te lanza esta pregunta directa al alma:
¿Estás viviendo tu historia… o la historia que otros construyeron para ti?
El paraíso de las ratas y el infierno interior
Una parte brutal del texto habla de un experimento con ratas:
Las que vivían en un parque con libertad y juego, apenas usaban droga. Las que vivían en jaulas miserables… caían rendidas al vicio.
Moraleja: no es la sustancia, es el entorno.
Y más allá del entorno físico, hablamos de tu entorno emocional, mental, espiritual.
La Kabbalah diría:
¿Estás alimentando tu alma con Luz o con caos?
¿Tu mundo interior es un parque lleno de propósito, o una celda hecha de juicio, miedo y culpa?
La conclusión más incómoda (y más liberadora)
Todo lo que eres… puede cambiar.
Todo lo que crees… puede cuestionarse.
Todo lo que sientes como “real”… puede ser una narrativa aprendida.
Y la Kabbalah lo dice claro:
El propósito del alma es liberarse de las ilusiones del ego, de la sociedad, del pasado, y reconectarse con su esencia divina.
¿Te atreves a hackear tu propia realidad?
Haz esto:
Cuestiónate cada etiqueta que llevas puesta. ¿Te define realmente? Observa tus creencias más arraigadas. ¿Te expanden o te encarcelan? Elige tu realidad. No lo que te tocó, sino lo que te eleva. Conéctate con la Luz. Medita, respira, estudia, comparte… y ve más allá de lo visible. Reescribe tu historia. El guión no está cerrado. Toma el lápiz.
Porque al final…
No eres víctima de tu historia.
Eres el autor.
No estás atrapado en una jaula.
Estás dormido.
Y este artículo…
solo vino a sacudirte un poco el alma.
Despierta, construye, transforma.
El mundo que ves… empieza contigo.

Te dejo un corto que maneja estos temas:




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