Te estás quejando… y eres más bendecido de lo que imaginas (y este ejercicio lo prueba)”

Written by:

¿Alguna vez te has detenido a pensar en todo lo que sí tienes?

No lo que quieres.

No lo que te falta.

No lo que otros presumen en redes.

Sino eso que ya forma parte de tu vida y que —si desapareciera hoy— te dolería en el alma.

A veces vamos por la vida como si todo lo que tenemos fuera obvio, automático, “lo mínimo necesario”…

Pero ¿y si te dijera que lo que tú llamas “mínimo” es el máximo para millones de personas en el mundo?

Sí, tú.

Tú que estás leyendo esto desde un celular o una compu, con internet, con ojos que pueden ver y una mente que puede entender.

Tú que tal vez hoy te sentiste bajoneado por no tener lo que esperabas, pero… ¿ya contaste tus bendiciones?

Hoy quiero proponerte algo que, aunque suena simple, es poderosísimo:

Escribir tus bendiciones. Una por una. Como si fueran tesoros.

¿Por qué hacerlo?

Porque cuando las vemos por escrito, dejan de ser “dadas por hecho” y se transforman en motivos de gratitud.

Porque lo que no se agradece, se oxida.

Y lo que se aprecia, se fortalece.

Porque si las tienes en tu mente, las proteges.

Y si las ignoras, se resbalan sin que te des cuenta.

Vamos a hacer un experimento juntos:

Respóndete estas preguntas con honestidad…

¿Tienes una casa, aunque sea prestada o alquilada? ¿Tienes qué comer hoy? ¿Tienes agua potable que sale de la llave? ¿Tienes a alguien —una sola persona— que te quiera o te escuche? ¿Tienes un cuerpo que, con todo y achaques, funciona? ¿Tienes ropa limpia para ponerte mañana? ¿Sabes leer este texto? ¿Tienes la capacidad de emocionarte, reír, pensar, imaginar? ¿Has podido darte al menos un gusto este mes? ¿Te interesa crecer, sanar, cambiar, mejorar?

Si contestaste “sí” a la mayoría…

estás más bendecido que millones de personas en este momento. Literal.

¿Y entonces por qué a veces nos sentimos tan vacíos?

Porque nuestra mente está programada para enfocarse en lo que falta, no en lo que abunda.

Porque vivimos en una sociedad que grita “¡Más! ¡Más! ¡Más!”

Y porque olvidamos que la gratitud no es conformismo…

es sabiduría emocional.

La gratitud no te estanca.

Al contrario, te da energía, enfoque y sentido para cuidar lo que ya tienes y construir sobre ello.

Es como regar un jardín en vez de llorar porque aún no crecen flores exóticas.

Hoy te invito a hacer esto:

Escribe 10 cosas por las que te sientas bendecido. Aunque sean pequeñas. Aunque parezcan tontas. Un café caliente. Un mensajito que te alegró. Tu cobija favorita. Una anécdota que aún te hace reír. Elige una de esas bendiciones y valóralas como si mañana ya no la tuvieras. Imagina qué harías hoy si supieras que se va. ¿La abrazarías más? ¿La cuidarías mejor? Díselo a alguien. Comparte con una persona querida al menos una bendición de tu lista. A veces al hablarlo, lo internalizamos más.

No se trata de negar lo que duele.

Ni de ignorar los retos.

Ni de disfrazar la tristeza de positivismo.

Se trata de equilibrar la mirada.

De aprender a ver también lo que sí está, lo que sí funciona, lo que sí nos sostiene.

Porque cuando reconoces tus bendiciones, algo cambia.

No allá afuera.

Sino dentro de ti.

Y ese cambio interno… se refleja en cómo hablas, cómo decides, cómo sueñas y cómo caminas por la vida.

Hoy, antes de dormir, haz este ejercicio:

Escribe tus bendiciones.

Una por una.

Léelas en voz alta.

Y si puedes… da gracias.

A la vida, a Dios, al universo, a ti mismo…

Pero no te vayas a la cama sin contar lo que ya tienes.

Porque ahí, justo ahí, empieza la verdadera abundancia.

¿Ya hiciste tu lista?

Cuéntame en los comentarios una bendición que atesores…

Y si esto te ayudó, compártelo con alguien que lo necesite.

A veces, una mirada distinta es todo lo que se necesita para cambiar un día gris por uno bendecido.

Deja un comentario