¿Y si no es el mundo el que no te acepta… sino tú quien aún no te acepta del todo?

Written by:

¡Ey! Detente un segundo.

¿Alguna vez te ha pasado que vas por la calle, o entras a una sala llena de gente, y de la nada… sientes que todos te están viendo? No sabes si es tu ropa, tu cuerpo, tu forma de caminar o esa vocecita que vive rent-free en tu cabeza diciéndote: “se están burlando de ti”.

Y entonces te congelas. Te sientes raro, incómodo, como si fueras un bicho raro en un escaparate de supermercado humano.

Pero… ¿y si te dijera que esa mirada que sientes… es más tuya que de ellos?

El mito de la aceptación “de puertas adentro”

A ver, sí… tú dices que te aceptas. Y yo te creo.

Cuando estás en tu cuarto, en calzones, bailando reguetón con la escoba como micrófono, claro que te amas.

Cuando estás con tu mejor amiga, tu perro, tu gente más cercana, todo fluye…

Pero eso no es aceptación total. Es aceptación con condiciones.

Y la sociedad, mi querido lector, no es una extensión de tu cuarto.

Porque la verdadera prueba no es si te gustas a solas, sino si puedes seguir siendo tú mismo cuando crees que no le gustas a los demás.

¿Por qué nos duele tanto ser “mirados raro”?

Porque en el fondo, todavía hay partes de ti que tú mismo no has abrazado.

No es que “el mundo” te rechace.

Es que tú estás pendiente todo el tiempo de que el mundo te apruebe para sentir que vales.

Y eso… es una jaula mental de oro que tú mismo has construido con barrotes de pensamientos como:

• “Estoy demasiado gordo para gustar.”

• “Ya estoy grande para intentar esto.”

• “Seguro se ríen de mí porque mi ropa no está a la moda.”

• “No encajo porque soy diferente…”

¿Te suenan? Claro que sí. Todos los hemos pensado. Pero no son verdades absolutas. Son dudas sembradas desde que éramos niños chiquitos buscando amor en ojos ajenos.

La oportunidad: Reprograma tu atención y tu valor

Ahora viene lo bueno: ¿Qué puedes hacer con esto?

Aquí te va un pasito a pasito sin desesperarse:

1. Reconócelo: La próxima vez que sientas esa incomodidad social, no huyas. Observa la emoción. Pregúntate: ¿Qué parte de mí estoy queriendo esconder o justificar?

2. Respira y responde diferente: En lugar de activar el “modo armadura de acero” (enojarte, cerrarte o irte), activa el “modo compasión”: habla contigo como si fueras tu mejor amigo. “Todo bien, bro. No necesitas demostrarle nada a nadie.”

3. Hazlo igual, pero con conciencia: Si te vas a vestir raro, si vas a reír fuerte, si vas a hablar como piensas… ¡hazlo! Pero no como acto de rebeldía, sino como acto de libertad.

4. Empieza a gustarte como eres cuando nadie te aplaude: Cuando ya no necesitas aplausos… mágicamente, empiezan a llegar. Porque proyectas algo que solo la gente que se ama transmite: seguridad verdadera.

5. Practica el arte de ignorar educadamente: No todo lo que se dice a tu alrededor te pertenece. Entrena tu cerebro para que no se clave con lo que no te suma. ¿Cómo? Tal cual, como ejercicio mental: “esto no es mío… lo dejo pasar.”

Reflexión final: Aceptarse no es un destino, es un músculo

A veces creemos que aceptarnos es llegar a un lugar donde todo encaja, donde ya no hay dudas ni inseguridades. Pero la verdad es que aceptarse es un entrenamiento constante.

Un músculo que se ejercita cada vez que decides no juzgarte por tu pasado, por tu cuerpo, por tu rareza o por no ser “como los demás”.

El mundo siempre tendrá opiniones.

Tú solo necesitas una que sea honesta y amorosa: la tuya.

¿Y ahora qué? ¿Te animas a mostrarte sin miedo?

Si esto te tocó alguna fibra, si algo de esto te hizo decir “¡wow, eso soy yo!”, entonces no lo dejes en scroll y like.

Escríbeme aquí abajo: ¿qué parte de ti sientes que aún te cuesta aceptar frente a los demás? ¿Y cómo vas a empezar a aceptarla?

Quiero leerte. En serio.

Y si sientes que alguien necesita leer esto hoy… ya sabes qué hacer: compártelo.

Porque la verdadera aceptación… empieza cuando dejas de esconderte.

Y el mundo necesita más gente valiente como tú.

Deja un comentario