¡Tiempo de creer! ¿Y si hoy cambiamos las reglas del juego?

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Ok, vamos a ponernos realistas por un segundo. Tal vez no crees en el amor eterno. Te suena a una idea bonita, pero meh, como que no va contigo. Tampoco en los unicornios, ¿verdad? (Aunque hay algo en esa idea que nos hace sonreír). Y la felicidad completa… uff, ni hablar, ¿para qué ilusionarse con algo que parece tan lejano?

Y sin embargo, aquí estás. Leyendo esto. Así que déjame preguntarte algo: ¿y si te equivocas?

Sí, ¿y si sí existe? Si el amor eterno, los unicornios, la felicidad y hasta ese golpe de suerte en la lotería fueran reales… ¿qué perderías al creer un poquito? No te digo que te lances a buscar unicornios en el bosque mañana, pero ¿qué tal si dejas la puerta abierta?

Te entiendo perfectamente.

Es fácil ponerse escéptico, sobre todo cuando la vida nos ha dado razones para dudar. Cuando has confiado y te han fallado, soñado y no ha pasado nada, apostado por algo y has perdido. Créeme, he estado ahí. Esa sensación de “mejor ni espero nada, así no me decepciono” se siente como un escudo. Pero, ¿sabes qué? También es una cárcel.

Porque al cerrar la puerta al dolor, también cerramos la puerta a lo increíble. A lo inesperado. A lo mágico.

¿Y si hoy jugamos un poquito?

Te cuento algo: en Irlanda encontraron rastros de lo que parece ser un unicornio blanco. O eso dicen. ¿Es verdad? No lo sé, pero solo la idea me llena de una especie de alegría infantil. ¿Y qué me dices de esas parejas que llevan 60 años juntos? Sí, existen, aunque parezca imposible. Incluso tengo un amigo que, en serio, ganó la lotería. Una de esas historias que nunca crees hasta que le pasa a alguien cercano.

Entonces, ¿realmente es tan loco pensar que tú también podrías tener tu momento mágico?

Hoy te propongo algo: Cree. Solo por hoy.

Cree en la gente, aunque a veces fallen. Cree en las oportunidades, aunque no todas funcionen. Cree en tus sueños, aunque todavía no se hayan cumplido. Cree en que el amor eterno puede ser real, en que los milagros pueden pasar y en que la felicidad completa no es una ilusión inalcanzable.

¿Qué pierdes? En el peor de los casos, terminas igual que ahora. Pero, ¿y si sí?

Porque aquí está la verdad: lo que crees, lo creas.

Tu mente es como un imán, y las cosas que atraes dependen de lo que decides creer. Si empiezas a ver el mundo con ojos de posibilidad, adivina qué: las posibilidades empiezan a aparecer. Es como si la vida dijera, “¡Ah, ahora estás listo!”

Entonces, ¿qué dices? Hoy no necesitas pruebas científicas ni garantías. Solo una pizca de curiosidad, una chispa de esperanza. Ábrete, aunque sea un poquito, a creer que todo es posible. Y cuando lo hagas, puede que te sorprendas. Porque al final, el que se permite creer es el que realmente vive.

Hoy es tu tiempo de creer. ¿Te animas?

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