Bueno, bueno, bueno… llegó ese momento del año otra vez. Ese en el que las hojas empiezan a caer (para algunos), el aire se siente diferente, y el sonido del shofar resuena profundo en nuestros corazones: ¡es Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío! Así que, prepárate una copita de vino o un buen té, y vamos a sumergirnos en este momento de reflexión, dulzura y renovación.
Rosh Hashaná no es simplemente otro “feliz año nuevo” con fuegos artificiales y resoluciones que olvidamos en un mes. No, aquí hablamos de algo mucho más profundo. Es el cumpleaños del mundo, el día en que todo el cosmos se renueva, como si el Creador presionara el botón de reiniciar. Es como el gran reset cósmico donde nos detenemos a pensar: “Ok, ¿cómo quiero ser este próximo año?”. Nada de “me inscribo al gimnasio y a los dos meses dejo de ir”. Aquí hablamos de renovar el alma, de redirigir nuestra energía hacia lo que realmente importa.
En Rosh Hashaná, nos sentamos a la mesa rodeados de familia y amigos, y comemos manzanas con miel, porque claro, ¡todos queremos un año tan dulce como la miel! Y no se trata solo de la miel literal, es que queremos que nuestras experiencias, nuestras conexiones, nuestra vida diaria tenga esa dulzura, incluso cuando las cosas se ponen un poco complicadas. Porque la vida tiene sus desafíos, pero ¿qué mejor que enfrentarlos con un poquito de dulzura extra?
Pero también está el shofar, ese cuerno de carnero que se sopla en la sinagoga. Ese sonido no es cualquier sonido, no, es un llamado al alma, un “despierta” para nuestros espíritus. Nos invita a sacudirnos la pereza espiritual, a mirar hacia adentro y a reconectar con nuestra esencia más auténtica. Como si fuera un recordatorio: “¡Ey! ¡Hay tanto potencial dentro de ti esperando ser expresado!”. Es hora de despertar, de dejar de vivir en piloto automático.
Y claro, cómo olvidarnos de los deseos. Porque en Rosh Hashaná no solo pedimos cosas para nosotros. Pedimos por un año de paz, de salud, de prosperidad para todos. Es un momento para pensar en la colectividad, en la humanidad como un solo ser, como una gran familia. Imagínate un mundo donde todos recibiéramos bendiciones y todo estuviera alineado en el mejor de los órdenes cósmicos. Un lugar donde la paz y la luz fueran nuestras únicas preocupaciones.
Así que aquí va mi bendición para ti en este Rosh Hashaná: Que tengas un año lleno de luz y de bendiciones. Que encuentres la fuerza en los momentos oscuros y que disfrutes de cada instante de dulzura que la vida te ofrezca. Que tus sueños encuentren un lugar donde florecer, y que te rodees de personas que alimenten tu alma y te ayuden a crecer. Que la miel de la vida siempre esté en tu mesa y que el sonido del shofar despierte siempre lo mejor de ti.
L’Shaná Tová Tikatev V’Tejatem – ¡Que seas inscrito y sellado para un buen año!




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