Seamos sinceros, todos hemos tenido esos días en los que el “monstruo del enojo” toma el control. Sí, ya sabes de qué hablo. Esa sensación de que te hierve la sangre por algo que hizo tu hermano, tu mejor amigo, o tu pareja. Al final, a veces terminamos con palabras que parecen cuchillos y, ¡pum!, de repente hay un abismo entre nosotros. Nos quedamos pensando en qué momento el que era nuestro compa del alma se volvió casi un desconocido. Pero aquí va una verdad que, aunque sabemos, a veces olvidamos: la vida es demasiado corta para los rencores tontos.
Cuando estamos furiosos, es fácil perder la perspectiva. La rabia nos nubla, y cada pequeño gesto parece un gran agravio. Después, en retrospectiva, cuando ya estamos más calmados, nos damos cuenta de lo absurdas que fueron esas discusiones: que si dejó la pasta de dientes abierta, que si no respondió ese mensaje de texto al momento, que si no estuvo de acuerdo en algo trivial. Cosas pequeñas, insignificantes, que permitimos que nos separen de gente que amamos profundamente.
Piensa un momento: el enojo, a menudo, es como un hechizo temporal. Puede sentirse muy real y urgente, pero después se desvanece, dejando solo un vacío. Es como en la magia básica, donde transformas una emoción intensa en un sigilo que eventualmente se disipa, solo que aquí el sigilo, o la intención, debería ser de amor y no de separación. Tú tienes el poder de cambiar la narrativa, de agarrar el control y deshacerte de ese hechizo antes de que lastime más de lo que pueda sanar .
Entonces, aquí va un pequeño desafío: elige a esa persona de la que te has distanciado. Puede ser un viejo amigo, un familiar cercano, o alguien que solía ser tu compañero inseparable. Detente un momento y recuerda lo que amas de esa persona. Piensa en esas cosas que te hacían reír juntos, en los buenos momentos que pasaron, en la conexión que tuvieron alguna vez. Pregúntate si vale la pena seguir con el corazón endurecido. La respuesta probablemente sea un rotundo “no”.
Hoy, la tecnología está de tu lado: puedes enviarle un mensaje en menos de un minuto. Un simple “Hola, te extraño” puede derribar muros que se han construido durante meses o incluso años. Porque, ¿sabes qué? En el fondo, todos queremos reconciliarnos. Todos tenemos un Salmo 98 en el corazón, buscando unir y pacificar, para restablecer esa conexión que alguna vez fue tan importante para nosotros .
En la vida, nunca sabemos qué tan largo es el camino. Y el orgullo, el resentimiento, esas peleas absurdas, no son más que pequeñas piedras que nos retrasan para disfrutar del viaje en compañía de aquellos que amamos. Si tienes la oportunidad de tomar el teléfono y enviar ese mensaje, hazlo. A veces, solo necesitamos una chispa para encender el fuego del amor y la amistad otra vez.
Así que, amigo o amiga, deja atrás los resentimientos tontos. La vida ya tiene suficientes desafíos como para añadirle más drama innecesario. El amor es la mejor magia, y el perdón es uno de los hechizos más poderosos que existen. Aprovecha el tiempo, reconecta, y vuelve a rodearte de esa gente que realmente importa. Porque, en el fondo, el mundo es un lugar mucho mejor cuando estamos juntos, ¿verdad?




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