¿Te ha pasado que miras hacia atrás y dices: «¡¿Cómo pude sobrevivir a eso?!»? Esos momentos que en su tiempo parecían lo peor que te podía pasar, pero ahora te das cuenta de que, sin ellos, no serías quien eres hoy. Así es, lo que en su momento fue un ‘chale’ gigante, resultó ser una bendición disfrazada. ¡Sí! Aunque duela aceptarlo, muchas veces el dolor nos impulsa a cambiar de rumbo, a crecer y a descubrir cosas que jamás hubiéramos visto si no nos sacudían el tapete.
El pasado es como esa mochila pesada que llevamos a cuestas, llena de experiencias que nos formaron. A veces la llenamos de piedras (los incidentes negativos) y caminamos encorvados por la vida. Pero, ¡hey! ¿Qué pasa si te detienes un momento y miras esas piedras? Puede que encuentres que algunas de ellas, en realidad, eran piedras preciosas, solo que no las supiste ver en su momento.
Piénsalo: seguro tienes algún recuerdo de un incidente que te hizo tambalear, que te sacudió hasta la raíz, pero que hoy agradeces. Tal vez fue una relación que terminó y que en su momento dolió más que una patada en la espinilla, pero que ahora sabes que fue lo mejor que te pudo pasar porque te abrió puertas a nuevas y mejores experiencias. O ese trabajo del que te despidieron y que te llevó a aventurarte a emprender, a estudiar algo nuevo, o simplemente a conocerte mejor.
Hoy te reto: agarra tu pasado y sacúdelo. Limpia esos recuerdos de polvo, obsérvalos bien y pregúntate: ¿hay alguno que resultó ser una bendición oculta? ¿Uno que te impulsó a ser mejor, más fuerte, más sabio? Si lo encuentras (que seguro lo harás), medita en ello. Agradece ese momento y suelta el resentimiento que te queda. ¡Bendice tu pasado! Al final del día, esos ‘chales’ fueron los que te hicieron brillar.
Así que, la próxima vez que la vida te patee y te deje medio revolcado, acuérdate: lo que parece una tragedia hoy, puede ser la mejor bendición de mañana. ¡Vive el presente y confía en que lo que viene siempre tiene su razón!
P.D. Si no encuentras nada positivo en ese mal recuerdo, dale tiempo. A veces las bendiciones se toman su tiempo en revelarse, pero créeme, siempre están ahí, escondidas detrás de la nube del drama.





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