Imagina esto: todo el tiempo estamos buscando ese equilibrio mágico en nuestras vidas para ser felices. ¿Pero alguna vez te has puesto a pensar en cómo sería un día sin la noche? ¿O cómo podría equilibrarse el blanco sin el negro? Es como si intentáramos hacer un pastel sin harina, simplemente no funciona.
Siempre andamos huyendo de nosotros mismos, de esa oscuridad y de todo lo que no nos gusta de nuestro ser. Pero, ¡alto ahí! ¿Qué seríamos sin eso? ¿Alguna vez has visto una película sin conflicto? Aburridísima, ¿verdad? Lo mismo pasa con nosotros. Esa oscuridad, esos momentos difíciles, nos hacen quienes somos.
Ahora, piensa en la naturaleza. ¿Es buena o mala? Probablemente digas buena, por esas creaciones tan hermosas que vemos: los paisajes, los atardeceres, las flores. Pero, ¿qué hay de los desastres naturales que arrasan ciudades enteras o esas escenas salvajes que podríamos ver en el mundo animal? ¿Y eso qué? ¿Cómo encaja en la idea de una naturaleza «buena»?
La verdad es que la naturaleza nunca ha pretendido ser ni buena ni mala. Simplemente es. Y nosotros deberíamos aprender de eso. No es que queramos ser buenos o malos; la vida nos lleva por diferentes caminos, creando una mezcla de acciones y reacciones. Pero no es que nuestras acciones sean buenas o malas, simplemente son.
Así que, ¿por qué no dejar de juzgarnos a nosotros mismos y a los demás? Viviríamos mucho más tranquilos, ¿no crees? Deja de huir de tu propia oscuridad. En lugar de eso, confróntala. Cuando aceptamos nuestra oscuridad, le damos la oportunidad de iluminarse y aceptamos lo que somos.
Al final del día, todo se reduce a simplemente ser. No necesitamos complicarnos más. La vida, con sus altibajos, es un baile constante entre la luz y la oscuridad. Y en ese baile, encontramos la verdadera armonía. Así que, abraza tu luz y tu oscuridad, y simplemente sé.




Deja un comentario