¡Hola! Vamos a platicar sobre un tema que puede cambiar tu vida: cómo el vocabulario que usamos puede ser nuestro peor enemigo y complicarnos el día a día. A ver, ¿sabías que cada vez que decimos cosas como «no tengo», «no puedo», «quisiera», «ojalá», «es difícil», «me duele», «trato», «qué tonto soy», nos estamos poniendo piedras en el camino? Sí, así como lo oyes.
La vida no se trata solo de llegar a la meta, sino de disfrutar el viaje. Pero, ¿cómo vamos a disfrutar si siempre andamos diciendo que todo es difícil? Obvio, se nos va a hacer más complicado. Pero aquí viene lo bueno: vamos a darle la vuelta a esas frases. Te voy a mostrar cómo cambiar el sentido de las palabras para que tu vida fluya más fácil.
Primero, repite conmigo:
- «Tengo que ir a trabajar» (suena a obligación, ¿verdad?) por «Quiero ir a trabajar» (¡ahora es una opción!).
- «Soy culpable» (uy, qué duro somos con nosotros mismos) por «Soy responsable» (somos fuertes y aceptamos nuestras acciones).
- «Me duele el cuerpo» (tu cuerpo se tensa solo de escucharlo) por «Tengo una sensación en el cuerpo» (el cuerpo identifica lo que siente y lo libera).
- «Soy un tonto» (¡nos bajamos la moral!) por «Estoy aprendiendo de esta experiencia» (crecemos y aprendemos).
- «Es difícil» (suena a que es casi imposible) por «Es viable» (¡sí se puede!).
¿Notas la diferencia? Ninguna frase es mentira, pero una versión te allana el camino y la otra te lo complica.
Te invito a que hoy mismo escribas todas esas frases negativas que te dices a diario y que te hacen sentir mal. Luego, transforma esas frases en oportunidades, siguiendo los ejemplos que te di. ¡Vas a ver cómo cambia tu perspectiva y te sientes mejor!
Así que, ¡ánimo! Cambiemos el chip y hagamos nuestro camino más ligero y disfrutable. ¿Te animas?




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