Disciplina en disciplina

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¡Hola! Hoy vamos a charlar un poco sobre un tema que a muchos nos puede hacer torcer el gesto: la disciplina. Pero, tranqui, vamos a desmenuzarlo de una manera relajada y a ver si encontramos ese punto dulce entre ser un caos andante y un sargento de hierro.

Primero que nada, preguntémonos: ¿nuestra disciplina es como una correa demasiado apretada o más bien nos falta un cincho para sostener nuestras pantuflas? Sí, es vital averiguar si estamos balanceando bien ese acto de disciplina en nuestra vida. ¿Somos organizados? ¿Estamos sacando el jugo a nuestro tiempo sin que se nos vaya en cosas triviales?

Ahora, si sientes que la disciplina te resbala más que jabón en regadera, ¿por qué será? Muchas veces no nos damos ese momentito al día para reflexionar sobre lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. Y, claro, no solo se trata de tener una agenda apretada; la disciplina también tiene que ver con nutrir nuestros lados emocionales. Si no, pues es como tener un coche muy bonito pero sin gasolina.

Hablemos de esos siete atributos emocionales que no deberían faltar en nuestro ‘kit’ de disciplina:

  1. Amor y benevolencia: Sin amor propio y hacia los demás, la disciplina puede volverse fría y calculadora.
  2. Justicia y restricción: Es saber dónde poner el límite, ni muy estrictos ni muy pasivos.
  3. Belleza y armonía, compasión: Estas nos recuerdan que nuestras acciones deben contribuir a un ambiente positivo y compasivo.
  4. Persistencia y fortaleza: Aquí es donde entra la capacidad de seguir adelante, a pesar de los baches.
  5. Humildad y esplendor: Ser disciplinados también significa reconocer nuestras limitaciones y nuestros brillos sin alardear.
  6. Cohesión y fundamento: Todo tiene que estar conectado con un propósito firme, que nos mantiene íntegros.
  7. Nobleza y liderazgo: La disciplina nos invita a ser modelos a seguir, liderando con el ejemplo y manteniendo la cabeza alta.

Para poner en práctica y mejorar nuestra disciplina, aquí va el ejercicio del día: Traza un plan detallado para tu jornada y, al finalizar, revisa cuánto de eso realmente lograste cumplir. Esto no solo te ayuda a ser consciente de cómo utilizas tu tiempo, sino también a ajustar tus métodos disciplinarios para que realmente te sirvan.

Así que, ármate de esos atributos emocionales y dale con todo a ese plan de día. Y recuerda, la disciplina no es tu enemiga, es esa amiga que a veces es un poco intensa, pero que al final del día quiere lo mejor para ti. ¡Éxito!

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