¡Hola, comunidad! Hoy vengo a platicarles de un tema que me parece crucial para entender no solo nuestras relaciones amorosas, sino también cómo estas se entrelazan con nuestro crecimiento personal. Se trata de la nobleza en el amor.
¿Han sentido alguna vez que el amor, en su forma más pura y madura, lleva una especie de corona? No hablo de realezas ni de cuentos de hadas, sino de esa dignidad personal que nos envuelve cuando amamos de verdad. Es como si de pronto entendiéramos mejor nuestro lugar en el mundo y cómo nuestra presencia y nuestras acciones se vuelven fundamentales para alguien más.
Ese amor maduro, lejos de atarnos, nos eleva y nos expande. Nos da un sentimiento íntimo de nobleza, casi como si pudiéramos tocar la majestuosidad con los dedos. Y es que el verdadero amor debería hacernos sentir así, ¿no creen? Debería permitirnos ser soberanos de nuestra propia vida, dándonos la libertad y el dominio sobre esas fuerzas externas que a veces pretenden disminuir la plenitud de nuestro amar.
Ahora, hablemos claro: cualquier «amor» que nos hace sentir menos, que nos quiebra el espíritu y nos desmoraliza, realmente no merece llamarse amor. El amor verdadero alimenta, sostiene y enriquece. No quita, no reduce.
Ejercicio del Día
Para poner en práctica esto que estamos reflexionando, les propongo un pequeño ejercicio. Piensen en algún aspecto de su amor (actual o pasado) que realmente haya fomentado su espíritu y enriquecido su vida. Puede ser algo sencillo, como una palabra de aliento en un momento difícil, o algo grande, como el apoyo en un proyecto personal.
¿Ya lo tienen? Bueno, pues ahora… ¡celébrenlo! Sí, celebren ese amor y esa contribución a su vida. Puede ser escribiendo unas palabras de gratitud, compartiendo esa historia con alguien más o simplemente tomando un momento para reflexionar sobre lo positivo que eso trajo a su vida.
El amor es un arte y, como todo buen arte, lleva implícito un acto de creatividad y valor. Así que no olviden que amar con nobleza es una forma hermosa de tejer la tela de nuestras vidas con hilos dorados de respeto y admiración mutua.
Espero que este pequeño ejercicio les ayude a conectar aún más con esa dimensión majestuosa del amor. ¿Quién sabe? Quizás descubran que tienen mucho más que celebrar de lo que pensaban. ¡Hasta la próxima, queridos lectores!




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