¡Qué rollo con el amor, chicos! Todos hemos estado ahí, ¿no? Ese momento en el que te encuentras atrapado en una discusión con tu pareja, cada uno atrincherado en su propio punto de vista, y parece imposible moverse un milímetro. Pero aquí viene el twist, el ingrediente secreto que puede cambiarlo todo: la humildad.
Sí, ya sé, suena a uno de esos consejos de abuela que te hacen rodar los ojos. Pero piénsalo, ¿cuántas veces has estado tan seguro de tener la razón que ni siquiera consideraste la perspectiva del otro? El amor, el de verdad, el que sale en las películas y nos hace suspirar, ese amor se nutre de la humildad. No del “te lo dije”, sino del “te escucho, te entiendo”.
El amor arrogante, ese que se pasea con el pecho inflado creyendo que nunca se equivoca, no es amor en absoluto. Es solo un espejismo de ego donde el corazón debería estar. Porque el amor, el buen amor, te eleva, te hace grande al hacerte pequeño, te hace fuerte al mostrarte vulnerable.
¿Y sabes qué? A veces el amor te pone un espejo delante y te hace preguntarte: “¿Estoy siendo humilde o solo estoy defendiendo mi ego?” Es complicado, porque amar de verdad significa aceptar que no siempre tienes la razón, que el amor proviene de algo mucho más grande que nosotros. Es un privilegio, un regalo, y sí, a veces nos toca ser el primero en pedir disculpas.
Porque cuando amamos, recibimos mucho más de lo que damos. Nos volvemos más ricos cada vez que decidimos poner el bienestar de alguien más sobre nuestro propio orgullo. Entonces, ¿por qué no empezar a practicarlo hoy?
Ejercicio del día: Hoy, vamos a hacer algo grande. Traga ese orgullo que no sirve de nada más que para pesarte. Llama, manda un mensaje, o mejor aún, ve y reconcíliate con esa persona que amas y con la que has tenido un desencuentro. No dejes que el sol se ponga sin hacer las paces. Te prometo que el corazón se te va a sentir un poquito más ligero y el amor un poquito más fuerte.
Así que, amigo mío, la próxima vez que el amor te desafíe a ser humilde, acéptalo. No solo estás dando amor, estás creciendo en él. Y eso, eso es lo más grande que podemos hacer.




Deja un comentario