Hey, amigos! ¿Alguna vez han pensado en lo mucho que cuidamos nuestro cuerpo, pero lo poco que protegemos nuestra mente? Hoy quiero hablarles de algo súper importante: ¡no renuncien a su libertad mental sin querer!
Imaginen que alguien les pide prestar su cuerpo a cualquiera que se cruce en su camino. Suena loco, ¿verdad? Pues, ¿por qué hacemos algo similar con nuestra mente? A veces, sin darnos cuenta, dejamos que cualquier cosa o persona controle nuestros pensamientos y emociones. Si alguien nos insulta o critica, nos sentimos mal y dejamos que eso nos afecte. Pero, ¿no les parece raro? ¡Es nuestra mente! ¡Deberíamos ser los únicos en control!
Es curioso, pero cuando se trata de nuestro cuerpo, somos súper cuidadosos. No dejamos que nadie nos toque o nos intimide, pero con nuestra mente, la historia es diferente. Nos enganchamos a las redes sociales, a la tele, o a lo que opinen los demás, y eso, amigos míos, es como darle las llaves de nuestra libertad mental a alguien más.
Piénsenlo: desde que nos levantamos, ya estamos pegados al celular. En reuniones familiares, en lugar de platicar, sacamos el móvil. En un parque, en lugar de disfrutar la naturaleza o reflexionar un poco, nos ponemos a criticar a los que pasan. Y lo peor es que nadie nos obliga a hacerlo; somos nosotros mismos los que caemos en la trampa.
Los sabios de antaño lo tenían claro: el mundo puede controlar nuestro cuerpo de muchas formas, pero nuestra mente debería ser solo nuestra. Es nuestro tesoro más valioso, y deberíamos protegerlo y controlarlo como si fuera oro puro.
Así que, amigos, la próxima vez que sientan que están entregando su mente a algo o alguien sin querer, ¡paren un momento! Recuerden que tienen el poder de decidir qué afecta sus pensamientos y emociones. ¡No renuncien a su libertad mental! Nos leemos pronto.




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