¡Qué onda, banda! Hoy les traigo un temita que, aunque parezca sencillo, es superimportante: ¡no se inventen cuentos! Sí, sí, ya sé que a todos nos gusta ser los protagonistas de nuestras propias historias, pero a veces hay que bajarle dos rayitas.
Imaginen que están en una reunión con amigos o en una cita y empiezan a hablar de todas las cosas increíbles que han hecho, de las mil y un aventuras que han vivido, y de cómo sobrevivieron a situaciones dignas de una película de acción. Está padre compartir, pero ¿se han preguntado si a los demás les interesa tanto como a ustedes?
El filósofo moderno Nassim Taleb nos habla de algo llamado la «falacia narrativa». Básicamente, es cuando armamos historias en nuestra cabeza conectando eventos del pasado que, en realidad, no tienen mucho que ver entre sí. Nos gusta sentir que nuestra vida es una novela bien armada, pero la verdad es que a veces solo son un montón de cosas que pasaron, sin un hilo conductor.
Ahora, si sienten que esto es un poco complicado, aquí va una razón más sencilla para no caer en la trampa de los cuentos: ¡es aburrido! Sí, amigos, hablar solo de uno mismo y de lo genial que es uno puede ser un poco cansado para los demás. No se trata de no compartir nunca, pero hay que encontrar un balance.
Así que, la próxima vez que estén en una plática, intenten no construir un mundo de fantasía. Más bien, escuchen a los demás, conéctense de verdad y no hagan un show solo para impresionar. La vida real es suficientemente interesante, ¡no necesitamos inventarnos cuentos!
¡Nos vemos en la próxima, chavos!




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