¿Alguna vez te has preguntado si tu humildad te está ayudando a amar más a los demás? ¿O si tal vez estás confundiendo tu baja autoestima con humildad?

La verdad es que la humildad puede ser una herramienta poderosa para el amor y la felicidad, siempre y cuando la uses de manera correcta. Si la usas para amarte a ti mismo o para tratar a otros como una extensión de tu propio ego, no estarás verdaderamente amando de manera humilde.

Pero si la usas para elevarte por encima de ti mismo y amar verdaderamente a los demás, la humildad puede ser una fuente de amor y alegría en tu vida.

¿Cómo puedes saber si estás usando la humildad de manera correcta? Hazte estas preguntas: ¿Me hace la humildad más cariñoso y dadivoso? ¿Me hace más expansivo? ¿O me inhibe y restringe? ¿Soy humilde y feliz, o humilde y miserable?

Si encuentras que la humildad te hace más amoroso, más generoso y más feliz, entonces estás en el buen camino. Pero si te hace sentir miserable o restringido, es posible que necesites examinar tu enfoque.

Un buen ejercicio que puedes hacer para fortalecer tu humildad y tu amor por los demás es dar algo de caridad antes de rezar o meditar. Al hacerlo, te recordarás a ti mismo que no eres el centro del universo y que hay otras personas que necesitan tu amor y tu ayuda. Y si das con humildad y amor en tu corazón, verás cómo tus plegarias y tus meditaciones se vuelven más poderosas y efectivas.

Así que la próxima vez que te preguntes si tu humildad te está ayudando a amar más, recuerda que la humildad es una herramienta poderosa, siempre y cuando la uses de manera correcta. Con un poco de práctica y reflexión, puedes convertirte en una persona más amorosa, más humilde y más feliz.