¿Alguna vez te has preguntado cómo la disciplina puede ser noble? Es común asociar la disciplina con algo estricto y desagradable, pero en realidad, cuando se aplica de manera correcta, puede ser una herramienta poderosa para mejorar nuestra autoestima y traer a la superficie lo mejor de nosotros mismos.
De hecho, la disciplina debe ser vista como una forma de realzar nuestra dignidad personal y la de los demás. Si la disciplina desmoraliza a una persona, entonces no se está aplicando de manera correcta y se logrará un resultado opuesto al esperado. Por lo tanto, la disciplina sana debe fomentar la autoestima y cultivar nuestra soberanía.
¿Qué significa esto? Que la disciplina debe ayudarnos a descubrir y fortalecer nuestras cualidades y habilidades, en lugar de debilitarnos o hacernos sentir menos capaces. Cuando aplicamos la disciplina de manera noble, nos damos cuenta de que no compromete a la disciplina misma, sino que la fomenta y mejora.
Por lo tanto, es importante preguntarnos: ¿nuestra disciplina está mutuando el espíritu humano? ¿Está debilitando o fortificando a nosotros mismos y a los demás? Si queremos fomentar una disciplina noble, debemos asegurarnos de que esté ayudando a mejorar y fortalecer nuestra autoestima y la de los demás.
Un ejemplo práctico de cómo aplicar la disciplina de manera noble es al disciplinar a un hijo o alumno. En lugar de imponer castigos severos, podemos fomentar el respeto hacia sí mismos y hacia los demás. Si les enseñamos a entender la importancia de la disciplina y cómo puede ayudarles a ser mejores personas, estaremos aplicando una disciplina noble que ayudará a mejorar su autoestima y su visión de sí mismos.
En resumen, la disciplina puede ser una herramienta poderosa para mejorar nuestra autoestima y la de los demás, siempre y cuando se aplique de manera correcta y noble. Al hacerlo, estaremos cultivando nuestra soberanía y mejorando como personas.
