¡Hola amigos! ¿Cómo están? Hoy quiero hablarles sobre un tema muy importante en nuestras relaciones amorosas: la disciplina. Sí, sé que suena un poco aburrido y estricto, pero no se preocupen, vamos a hablar sobre esto como si estuviéramos disfrutando un buen café juntos.

El amor es maravilloso, nos hace sentir vivos y llenos de energía, pero hay que tener cuidado de no dejarnos llevar por él. Sí, lo sé, esto suena contradictorio, pero déjenme explicarles. Cuando amamos a alguien, es fácil perder la noción de las cosas y entregarnos por completo, sin medir las consecuencias. Y eso puede ser peligroso.

Si entregamos nuestro amor sin discernimiento, podemos terminar lastimando a las personas que amamos. Pongamos un ejemplo: un padre que malcría a su hijo porque lo ama demasiado, ¿no está haciendo más daño que bien? El amor no es sólo dar, también es saber cuándo y cómo dar.

Por eso, es importante hacerse preguntas como ¿estoy respetando a la otra persona? ¿estoy siendo egoísta en mi amor? ¿estoy lastimando a alguien en nombre del amor? Y lo más importante, ¿estoy dando amor de manera apropiada?

Ahora, cambiando de tema, ¿han notado lo maravillosa que es la lluvia? Sí, sé que a veces es molesta y nos hace pasar frío, pero piensen en cómo esa lluvia bendice la tierra y nos da vida. Y lo más importante, ¿han notado cómo cae en pequeñas gotas, sin inundar todo a su paso? Eso es lo que necesitamos en nuestras relaciones amorosas, amor en pequeñas dosis, entregado de manera apropiada y sin sofocar a la otra persona.

Y para terminar nuestra plática de hoy, les dejo un ejercicio que pueden hacer para mejorar sus relaciones amorosas: ayúdenle a la otra persona en sus términos, no en los suyos. Es decir, abóquense a las necesidades de la otra persona, incluso si eso requiere un poco de esfuerzo. Así, estarán entregando amor de manera apropiada y respetando a la otra persona.

¡Bueno amigos, espero que hayan disfrutado de esta plática tanto como yo! Les mando un abrazo y nos vemos en la próxima.