
La próxima vez que veas algo que quieres, recuerda la metáfora de Epicteto sobre el banquete de la vida.
Cuando te sorprendas emocionado, listo para hacer cualquier cosa, lo que sea, por conseguirlo (el equivalente a alargar el brazo y arrebatarle el plato a alguien), recuerda: son malos modales y es innecesario.
Entonces, espera tu turno con paciencia.
Esta metáfora también tiene otras interpretaciones.
Por ejemplo, podríamos tener en cuenta que somos afortunados por haber sido invitados a un festín tan maravilloso (y estar agradecidos).
O deberíamos tomarnos el tiempo de saborear los platos que se sirven (disfrutar el momento presente), pero hartarnos de comida y bebida no es bueno, mucho menos para nuestra salud (a fin de cuentas, la gula es un pecado capital).
Al final de la comida es de mala educación no ayudar al anfitrión a limpiar y lavar los platos (desapego). Y, por último, la próxima vez, nos tocará ser anfitriones y agasajar a los demás como ellos lo han hecho (obra de caridad).
¡Disfruta la comida!