El que desea dar pruebas de una y otra virtud tendrá que sufrir muchas molestias, que denominamos males , y sacrificar muchos gustos, en los que nos complacemos como si fueran bienes.
Perece la fortaleza que debe ponerse a prueba a sí misma; perece la magnanimidad que no puede brillar si no menosprecia cual naderías los objetos que el vulgo codicia como valiosos.
SÉNECA , EPÍSTOLAS MORALES A LUCILIO
Esas indulgencias que consideramos inofensivas pueden convertirse en adicciones en toda regla.
Comenzamos con un café por la mañana y al poco tiempo ya no podemos empezar el día sin él.
Revisamos nuestro correo porque es parte de nuestro trabajo y, de repente, sentimos en nuestro bolsillo una vibración fantasma del teléfono cada pocos segundos.
Muy pronto, estos hábitos inofensivos arruinan nuestras vidas.
Esas pequeñas compulsiones e impulsos no solo socavan nuestra libertad y nuestra soberanía, sino que también nublan nuestra claridad.
Creemos que tenemos el control, pero ¿es así?
En palabras de un adicto, la adicción se da cuando «perdemos la libertad de abstenernos».
En tu caso, esa adicción puede variar: ¿refrescos?, ¿drogas?, ¿quejarte? ¿internet?, ¿morderte las uñas?
Sin embargo, debes recuperar la capacidad de abstenerte, porque en ella se encuentra tu claridad y el control de ti mismo.
