Prueba crear lazos con los recuerdos que te pesan y déjalos marchar.
Agradece todo lo que te han enseñado cada una de las personas que han pasado por tu vida, cafa una de las vivencias que te han hecho llegar hasta donde estás hoy.
Y déjalo ir.
Como el niño que suelta un globo y se eleva despacio, lento hasta el infinito.
