
Te ha pasado que llegas a tu casa despues de un «arduo» día de trabajo, sacas algo de tus bolsillos y dispara un recuerdo que tienes la necesidad de contarlo o contarlo, que sientes que no puede pasar un segundo más y quieres que el mundo se entere de ese pensamiento, recuerdo o sentimiento que te despertó el objeto.
Pues bueno, eso me acaba de suceder, tanto como para no esperar a mañana y comenzar a escribir sobre ello.
Hoy llegando a casa, después de tener mis distintas actividades del día, saqué de mis bolsillos el contenido y encontré entre todas las cosas una pequeña navaja suiza que casi siempre llevo conmigo; te preguntarás ¿por qué es tan importante que cuentes sobre ella en este momento si siempre la traes contigo? y la cosa es así más o menos, es cierto, siempre porcuro traerla conmigo por aquello de no te entumas, pero hacía ya varios días que no la tenía conmigo y no la había podido llevar a donde quiera que iba.
Sin embargo, el día de ayer la encontré y hoy por la mañana en automático la tomé y la puse en el bolsillo de mi pantalón, y estuvo conmigo todo el día. No la ocupé durante el día, así que cuando la saqué hace un momento, me dió mucho gusto verla y trajo muchos recuerdos consigo.
Esta navaja es el reemplazo de una que tuve durante muchos años, una pequeña navaja que me había regalado mi madre y, que utilizaba practicamente para todo, tenía tijeras, navaja, desarmador e incluso una pequeña pluma entre todo lo que recuerdo. Obvio, por su uso se fue desgastando hasta que ya no pude usarla más.
Me encariñé tanto con esa pequeña navaja y me acostumbré tanto a tener una conmigo que cuando ya no podía usarla más compré esta que ahora siempre traigo conmigo.
Uno de los recuerdos que vinieron a mí fue de la vez en que estaba a punto de entrar al cine, pero había comprado algo, unos audifonos me parece, y como toda persona impaciente no pude resistir para sacarlos del empaque y verlos sin importar que la función de cine comenzaba en apenas unos minutos; así que dispuse mi pequeña navaja y abrí el empaque, que era muy resistente, por cierto, y en el intento de abrirlo me entrerré la punta de la navaja en el dedo y, claro, comnenzó el chorreadero de sangre minutos antes de la función y por supuesto comenzó la corredera y la gritadera para buscar con que parar la sangre y limpiar la mesa donde estaba apoyándome, no fuese a quedar pintada de rojo para siempre. Afortunadamente no fue nada grave solo un ligero corte y mucha sangre regada.
¿Sabes? Tal vez no era tan urgente o apremiante contarte esto, tal vez solo tenía que sacarlo del sistema.
Disfruta tu noche, mañana o lo que sea cuando leas esto…