
Hoy de acuerdo con el calendario hebreo comienza un nuevo año.
Ese día fue creado el Hombre y, ese día, cada año, la energía espiritual que desciende sobre el mundo y lo irradia, nos posibilita alcanzar una conciencia de completa renovación.
¡Podemos nacer de nuevo!
Por eso, se trata de un día para valientes…
Porque valiente es quien se anima a observar a los ojos a su propia realidad, y a aceptar que, los únicos cambios esenciales, son propios e individuales.
Si logras estar bien contigo, recién entonces podrás establecer un vínculo sano con tu prójimo.
Si te animas a transformar a tu pasado en una fuente de aprendizaje, y no en un condicionante, recién entonces podrás comenzar a recorrer un camino desapegado de modelos anteriores.
¡Renuncia ya a todo lo que pesa sobre tus hombros!
Y si hasta hoy no pudiste, no significa, en ningún caso, que no podrás hacerlo a partir de ahora.
El pasado, cuando intenta prevalecer sobre nuestras decisiones, nos envenena y nos enferma, mientras que la posibilidad de “nacer de nuevo”, nos coloca alas y nos invita a volar hacia un futuro diferente.
No escuches a la voz que te dice: “ya es tarde”, “no podrás hacerlo”, “volverás a repetirte a ti mismo”, “cometerás los mismos errores”.
Abandona ya a los “grises”, a los “más o menos”, a los “tibiecitos”, y a los “podría ser peor”.
Se valiente, y por una vez en tu vida, anímate a suponer que “el mundo”, “tu mundo”, dependen únicamente de ti.
Y solamente si tú dejas lo que te enferma, y eliges lo que te cura y te entusiasma, tu próximo año será diferente, vital, intenso, y todo lo bueno que te espera podrá tener cabida en tu nueva vida.
Pero anímate, y date una nueva oportunidad: ¡nace de nuevo!
Pero esta vez, de un modo elegido y voluntario.
Resulta obvio que puedes hacerlo, y que te sobran fuerzas y energías para lograrlo.
Porque la fuente de la Vida es inagotable, si simplemente permites que te colme y que te habite.
Por eso, elige, elige la Vida.