TIFÉRET DE TIFÉRET
La Belleza de la Belleza
La Belleza de la Misericordia
La Misericordia de la Misericordia
Nuestra misericordia no puede ser fruto de nuestros deseos egoístas, sino que debe ser real, es decir, adaptada a las necesidades del otro. No somos misericordiosos porque queremos serlo, sino porque el otro nos necesita. Podemos ser misericordiosos por frivolidad. Quizás queremos dar dinero a alguien para que otro sepa de nuestra dádiva. Nuestro objetivo, entonces, es que la sociedad conozca nuestra misericordia. Debemos cuidar mucho que nuestras muestras de misericordia no sean, en realidad, pretensiones ocultas de nuestro ego descontrolado.

Tenemos Tiféret de Tiféret cuando pretendemos la satisfacción desinteresada de las necesidades del otro. La misericordia de la misericordia es la verdadera misericordia. Es la misericordia en toda su magnitud, con toda su potencia, desvinculada de interés alguno. En la verdadera misericordia no existe ningún tipo de condicionamiento, porque la misericordia debe ser equilibrada.
No es la misericordia según mi propia capacidad intelectual de comprender la misericordia, sino según la necesidad real del otro que está ahí, esperando mi misericordia. El gran interrogante de esta energía es: ¿Qué querría yo en la situación del otro? Alcanzo la verdadera misericordia cuando puedo sentir el sufrimiento del otro y actuar en consecuencia. No es la imagen intelectual del otro, sino su propia experiencia del sufrimiento, lo que me hace captar la verdadera misericordia de la misericordia.