En el otro lado de la moneda, los investigadores han demostrado que perdonar a alguien, y en especial a alguien con quien tenemos una relación cercana, nos hace más felices. También mejora nuestra salud, ayuda a disminuir los niveles de estrés y nos inspira para ser más benevolentes. Aún así, el perdín es más fácil de pronunciar que de poner en práctica cuando nos sentimos heridos. Sin embargo, perdonar a alguien no requiere una reconciliación ni la aceptación de un mal comportamiento; es algo que haces para ti y para nadie más.
