Los datos procedentes de la investigación son aplastantes: cuantas mas relaciones significativas tengamos en nuestras vidas, más probabilidades tendremos de ser felices. Esto funciona tanto para extrovertidos como para introvertidos: todas las personas se benefician de lazos familiares fuertes, de amistades profundas, de un contacto regular con los vecinos y de las interacciones con los compañeros de trabajo.

En efecto, los estudios muestran que la gente que experimenta de manera habitual conexiones significativas tiene menos posibilidades de sufrir enfermedades que van desde la depresión hasta una gripe y es más probable que no duerman bien, coman de forma saludable, tengan una autoestima más alta y vivan más tiempo.
La razón es en gran parte fisiológica: como los humanos evolucionaron para ser criaturas sociales, que dependían los unos de los otros para sobrevivir, el cerebro y el cuerpo humanos han sido programados para responder bien a la interacción positiva y producen sustancias químicas que disminuyen los niveles de estrés, regulan el apetito, y por otra parte, hacen que las personas estén tranquilas y relajadas.
Existen muchos beneficios para la mente procedente de las conexiones sociales, además del hecho de que quienes nos conocen bien están más capacitados para ayudarnos a solucionar nuestros problemas. Las interacciones que van más allá de las conversaciones breves también estimulan nuestro cerebro y nos ayudan a pensar con mayor claridad y a entender mejor a los demás.
Esto a su vez, disminuye las posibilidades de leer mal algunas señales de comportamiento, lo cual muchas veces conduce a un conflicto. Y hay que tener en cuenta que muchas ocasiones lo que puede parecer tristeza es simplemente soledad