No es completamente cierto que el dinero no pueda comprar la felicidad. A veces si puede, y lo sabemos por una rama de la ciencia llamada «psicología positiva», que es básicamente el estudio de lo que hace feliz a la gente.

En primer lugar, las personas con muy poco o nada de dinero son mucho más felices cuando pueden curbir sus necesidades básicas: comida, techo, y sanidad. El dinero también aporta alegría cuando le compartimos una parte a otras personas.

Pero hay otra forma en que el dinero puede ser inspirador, y dice mucho sobre el camino hacia la felicidad: la gente que lo gasta en experiencias (vacaciones, clases de taichi, comidas en restaurantes, eventos) suele ser mucho más que las personas que principalmente compran cosas.

Esto puede parecer contradictorio, ya que los coches y los celulares duran más, pero los seres humanosperdemos interés enseguida en los placeres materiales, el olor a nuevo se pierde pronto, por eso ahora hay lociones con el aroma a nuevo; mientras que las experiencias permanecen en forma de recuerdos, en nuestras anecdotas y en la forma en que hablan de lo que somos.

En parte, esto sucede porque solemos evaluar las experiencias en sí mismas, pero comparamos nuestras posesiones con las de los otros. Las investigaciones han demostrado que si una persona compra un coche y un amigo compra un modelo superior, seguramente la primera sentirá envidia. Sin embargo, si vuelve de unas vacaciones y se entera de que una amiga se ha alojado en un hotel más lujoso que el suyo le molestará menos porque tendrá recuerdos únicos de sus vacaciones.